Astiko: Aceptación gozosa de todo tal como es

Feb 2, 2022 | Aproximación al Tantra

Astiko afirma que, “a través del camino que he recorrido de manos del Tantra, conozco una aceptación gozosa de la perfección de todo como es y he perdido el miedo a la vida y a la muerte y, sobre todo, a no encajar en los mandatos de lo que supuestamente se espera de mí”. Explica que “el Tantra comienza sus enseñanzas partiendo de la apertura del corazón y la expansión de la consciencia. Cuando, en estado de meditación, el cuerpo entero se relaja profundamente, se expande. Esta expansión tiene lugar simultáneamente en el cuerpo, la mente y el corazón. Ya no hay división. En estos momentos de bendición, estamos conectados con la fuente de amor. Esta fuente está en nosotros y está en el corazón del universo”.

 

¿Que ofrece el Tantra que no ofrecen otras corrientes místicas?

La búsqueda de unidad con el universo vibrante llevó a los tántricos, hace unos cinco mil años, a observar las corrientes de energía en el sistema nervioso y a comprender que cuando el cuerpo se involucra con totalidad en el acto sexual o en cualquier actividad, se disuelve el ego, la percepción de separación desaparece. Cuando la energía fluye completa y libremente por todo el cuerpo, los sentimientos más básicos se refinan y se transforman en una completa vibración extática. El cuerpo se convierte en una caja de resonancia que armoniza con la vibración del universo.

Tantra significa tejido, o expansión, lo que abarca todo, sin división. La vida es un fenómeno energético que sucede dentro del cuerpo físico.

Durante periodos de la evolución de consciencia humana hemos dividido el cuerpo del espíritu, lo que ha dado pie a negar el cuerpo como portador solo de instintos básicos de supervivencia y no de la vibración de amor y de éxtasis.

Para llegar a conocer a Dios era necesario renunciar a la vida profana, al amor entre hombres y mujeres y entró el concepto de pecado. Se escondieron y reprimieron sentimientos y expresiones de la naturaleza humana, lo que contribuyó a una ignorancia terrible acerca del funcionamiento de la energía vital, y de que en cada hombre y mujer está el potencial de conocerse como divinos. La energía sexual fue malentendida y demonizada.

Tantra no hace esas divisiones, Tantra es un camino de consciencia unificada que le otorga atención inteligente a la vida, en todas sus expresiones.

Todo es divino, todo es parte de la misma existencia, de la misma fuerza creadora y el propósito como ser humano es tomar consciencia de sí mismo como parte de esta magnificente creación, conocer y acompañar todas las formas de energía que contribuyen a la sinfonía del universo.

Como decía Nisargadatta cuando le preguntaron: ¿el sexo sin amor es pecado? Y él contestó: Todo sin amor es pecado

Tantra crea un marco para que cada ser humano pueda tomar consciencia de su naturaleza, comprenderla y acompañarla hacia su máximo esplendor.

Desde la corriente Tántrica, se conoce que cuando el hombre o la mujer están repletos de energía vital moviéndose libremente y está siendo observada y acompañada por la consciencia de uno mismo hacia sí mismo, esta se manifiesta en el sistema nervioso como amor, éxtasis, felicidad y paz.

Esto requiere un proceso de limpieza de hábitos, emociones atrapadas, espontaneidad y libido reprimida, un periodo de aprendizaje para fijar la atención en el cuerpo presente y una reprogramación de creencias impuestas, que no nos permiten conocernos como divinos.

Tantra es la consciencia de divinidad, de sacralidad, del milagro de la existencia en todo, en cada paso que das, en la forma de realizar tu trabajo, en tu respiración, en el latido de tu corazón, en la mirada que otorgas a cada ser humano que te encuentras, en la forma de relacionarte con tu sexo, con tus emociones, con tu autoestima.

Esta actitud es un cambio de Gestalt, una revolución que coloca a hombres y mujeres en un lugar de dignidad donde tienen herramientas para conocerse a sí mismos y, por ende, pueden responder con amor y consciencia por su existencia encarnada. No como seres pecadores que aspiran ciegos y desesperados a Dios, sino como partícipes y cocreadores responsables de la existencia divina.

 

¿Qué ha ido aportando el Tantra en las distintas etapas de tu vida?

Yo era joven, llena de contradicciones entre lo que mi corazón y mi cuerpo expresaban y lo que la sociedad me exigía. Cuando en una búsqueda radical tuve la suerte de encontrarme con el Tantra de manos de un maestro verdaderamente despierto, sabio y dedicado, me zambullí con toda mi totalidad reconociendo la verdad que me estaba siendo revelada.

Me guio hacia mí misma a través de las prácticas del camino tántrico y en ellas cabía todo lo que yo era, un ser sexual, sensual, profundamente sensible, emocional, con mucho fuego y mucho anhelo de conocerme a mí misma, a Dios, de conocer la verdad de por qué y para qué estamos aquí.

A lo largo de mi camino, fui entendiendo que el Tantra basa sus enseñanzas en la observación de la naturaleza, que la vida vivida conscientemente te enseña todo, que la razón por nuestra desconexión con la existencia es habernos perdido en la maraña de creencias religiosas, políticas y sociales que nos dictan y nos otorgan una mirada lejana a la verdad de nuestro Ser, vivo y encarnado.

Tantra me ha dado el reconocimiento de mi esencia que es la esencia pulsante de todo el universo. A través de las prácticas esto no ha sido un entendimiento filosófico intelectual, sino un despertar, un Ahá, un reconocimiento de todo mi cuerpo, psique, e intelecto por describirlo de alguna manera.

El despertar a tu divinidad no te convierte en un superhéroe como en las películas y al mismo tiempo todo el poder del universo late en ti, dejas de sufrir por el pasado y el futuro, conoces la compasión y el éxtasis profundo de ser Uno con Todo y, al mismo tiempo, ser este pequeño y único humano aportando su originalidad, participando de los instintos y sentimientos, de los dones y vivencias, de la experiencia que el ser humano ofrece.

Nos hemos vuelto mendigos, hambrientos de contacto profundo, consciente y verdadero

A través del camino que he recorrido de manos del Tantra conozco una aceptación gozosa de la perfección de todo como es y he perdido el miedo a la vida y a la muerte y, sobre todo, a no encajar en los mandatos de lo que supuestamente se espera de mí. Soy libre para ser quien soy, libre y responsable.

 

¿Qué te aportaron cada uno de tus maestros: Osho, Papaji y Guirida?

Osho me liberó de condicionamientos y creencias que me oprimían, me dio una manera de vivir en el mundo de lo manifiesto, gozosa, abundante, amorosa, celebrativa, honesta, íntima y en comunidad de hermanos. Meditar en silencio con miles de personas es una manera de entender la hermandad, de conocer que nuestra esencia es una y que luego cada uno es único y diferente aportando a la infinita diversidad de la vida.

Vivir en comunidad requiere una absoluta honestidad, responsabilidad de tus emociones, coraje para enfrentar tus sentimientos de pertenencia, posesividad y de todo lo que hemos rechazado y reprimido en nosotros mismos.

Aprendí a desgarrarme y a enfrentarme a mí misma con el subsecuente dolor y miedo cuando se desmorona la imagen creada de ti mismo, la imagen que creaste para ser amado y aceptado por una autoridad y sociedad que en si misma está basada en el miedo, el juicio y la falta de observación inocente e inteligente del individuo.

Osho creó el espacio para que pudiera experimentar y darle alas al éxtasis que vive en mí y desde ahí crear y compartirme.

Me enseñó también a vivir la vida cotidiana reconociendo el milagro de la existencia en lo más sencillo, en lo más pequeño, en las tareas del día a día, en el brotar de la vida en primavera, en la muerte, en la mirada de cada ser humano. También me enseñó a no venderme por miedo a la supervivencia, a no participar de lo que no vibra con mi verdad, aunque toda la sociedad me empuje a ello. Me enseñó a confiar en la generosidad de la existencia, y a darme cuenta de las voces que pregonan carencia, miseria y a no seguirlas, y me enseñó a gozar de mi cuerpo y de mis sentimientos con profundo respeto y consciencia, en vez de condenarlo, avergonzarlo e invalidarlo.

Con Guirida aprendí la sencillez del corazón. Cuando digo sencillez parece que no tiene importancia, pero es lo más importante de todo el recorrido. El corazón es el lugar de unión entre lo más sublime y lo más visceral que vibra en ti, en cada ser humano. Cuando mantenemos la consciencia en el espacio del corazón se expande tu campo electromagnético y se crea una vibración de coherencia con tu cerebro y con todo lo que te rodea. Estando en el corazón y en comunión con otro ser humano o con la vida misma, se disuelve la necesidad de hablar, de juzgar y de comparar porque ocurre un entendimiento que va más allá del intelecto.

Como el aire que todos compartimos y que prácticamente ignoramos, el espacio del corazón es fundamental para que la existencia encarnada se sienta arropada, feliz, cuando el corazón está cerrado la vida pierde su brillo, su calidez y nos conocemos como autómatas viviendo solo para sobrevivir o para dominar, o persiguiendo sensaciones para compensar el verdadero sentimiento de amor.

Guirida me sostuvo en silencio, sin hablar, hasta que entré en lo más profundo del silencio eterno del corazón, de la paz y compasión y devoción que surge desde allí.

Cada uno de nosotros es la totalidad. Está demostrado que cuando dos seres se conectan en silencio, sus corazones se armonizan y laten como uno

Papaji fue el golpe de gracia para mí. Él era un maestro advaita discípulo de Ramana Maharshi y su cometido era lanzarnos a la experiencia de la Consciencia libre de todo pensamiento que te identifica con el yo pequeño de la mente parlanchina y que se ve a sí misma. Algo así como desviar tu atención de la película de tu vida con sus diálogos e imágenes para que te des cuenta de que tú no eres el actor, sino que eres la misma luz del proyector que proyecta las imágenes. Eres pura consciencia conociéndose encarnada jugando a ser alguien concreto dentro de un mar de infinita energía.

Con Papaji descubrí que no era nadie y que lo era todo, y en ese descubrimiento me encarné conscientemente y me hice cargo de este cuerpo mío que es una maqueta viva y pequeñita de toda la existencia.

 

¿Cuándo y por qué decides que tienes que comenzar a acompañar a las personas en su camino tántrico? ¿Qué te llevó a convertirte en maestra?

Después de esta realización yo me desbordaba de energía y solo quería gritar en todas las direcciones: Soy libre, estoy desnuda, todos los conceptos mentales que me ataban se han desmoronado, y todos somos Ello. Es como un estar locamente enamorado de todo y de todos, es como darte cuenta de la gran mentira de separación y querer contarle a todo el mundo la verdad.

Claro, esto necesitaba ser ordenado y conformado de una forma práctica y sostenible en el mundo en el que vivimos y eso fue un proceso.

Algunas personas, cuando se despiertan a su esencia, no tienen la necesidad de ser maestros, eso depende de la naturaleza de cada uno. Algunos bailarán, otros cantarán, otros seguirán su vida cotidiana y se harán cargo de sus hijos o proyectos, mi gozo está en enseñar, compartir herramientas para que todos los hombres y mujeres puedan conocerse a sí mismos. En especial, me parece fundamental traer luz acerca de los tabúes que más nos atan, el sexo, la emoción, el miedo a la muerte y a ser naturales y honestos. La atención plena en el ahora es fundamental para que uno se experimente como parte de la divinidad. Compartir y guiar es parte de mi naturaleza y posiblemente de mi destino, desde luego lo es de mi gozo de vivir. Estoy dedicada a ello en cuerpo, corazón y alma.

Al acompañar a otros, ¡me rindo a que la verdad me atraviese a mí una y otra vez, el pequeño yo se funde con la gran consciencia, y mi corazón se abre una y otra vez con el dolor y la magnificencia de Ser encarnado!

 

Osho decía que había que experimentar la meditación en la vida cotidiana, en la danza, en la comida, en el trabajo… ¿Cómo encaja eso en la imagen que siempre hemos tenido de Buddha meditando sentado debajo de un árbol sin hacer nada?

En el camino de autoconocimiento, que en sí mismo es un camino de conocimiento de todo lo que es y de la naturaleza divina que habita y pulsa en todo y en todos, existen dos corrientes que son absolutamente necesarias y que la una sin la otra no muestran la verdad completa. Al igual que la vida y la muerte, el masculino y el femenino son partes de un Todo, el camino de Shiva y el de Shakti, del Dios y la Diosa van al mismo lugar, aunque su práctica es distinta:

Uno es el camino de la meditación contemplativa, masculino por su naturaleza de quietud enfocada. Es el camino que usa técnicas como Vipassana, ZaZEn, Mindfullness, retiro del mundanal ruido, abstinencia de toda excitación sensual, austero y desapegado. Este camino fortalece la esencia de Shiva, o sea el reconocerte como consciencia pura e ilimitada que es libre de toda forma de pensamiento, de todo sentimiento, deseo y apego. Es libre porque es la luz misma, no los objetos que ilumina. Es el camino de la renuncia, de la liberación de todo hábito y apego.

Para transcender, o renunciar, primero hay que tener algo a lo que renunciar. Buddha era un rey, él tenía todas la riquezas y gozos a su alcance, bienestar, mujeres, vino, belleza, riqueza, etc. y en ese paraíso donde todos sus deseos mundanos estaban satisfechos y con creces, cuando por primera vez se encontró con el dolor y la muerte entendió que necesitaba encontrar un lugar interno donde la felicidad no depende de los humores cambiantes, de la forma que toma la energía.

El amor es la forma más elevada de inteligencia que podemos experimentar

Y se fue a buscar lo que nunca muere, ni cambia. Y lo encontró. Después de una larga búsqueda, de probar todo tipo de técnicas, corrientes místicas, mortificaciones y renuncias, cuando dejó de luchar, de combatir su energía vital, de dominarla, de ayunar, de mortificarse… y recibió con la sencillez del amor de una pastora, un cuenco de leche, se despertó. Se dio cuenta de que la quietud de la consciencia es el sostén y la ignición para que todo lo que exista, florezca y se despliegue como creación. Entendió que el observador eterno se deleita con la vida, que no necesita dominarla, ni controlarla, ni explotarla, ni reprimirla… ella es la energía ilimitada para la creación.

¡Esta es la visión tántrica!

O sea, no se trata de luchar con las formas que cobra la energía vital, sino de acogerlas en la ilimitada expansión de tu consciencia presente y ecuánime, en el ahora. De aquí proceden los términos Shiva –consciencia y Shakti-energía.

La física cuántica, (si escucháis a los físicos que fusionan la ciencia con la mística) dice lo mismo: El observador determina cómo se comporta lo observado y viceversa. O sea, Shakti, la diosa, la energía vital, la libido, o como la queráis llamar, se comporta diferentemente si es contemplada en presencia, con ecuanimidad, que si es esclavizada por una mente programada que la culpa, la demoniza y la explota.

Así pues, la consciencia siempre está quieta, es eterna y la energía siempre está en movimiento. Eso sucede dentro de ti. La consciencia de ti mismo se percata silenciosamente de la vida siempre cambiante, que te mueve continuamente.

Si te miras con atención y amor, consciente de tu cuerpo, de tu corazón, de la vida que late en ti, esta se comportará mucho más saludable y gozosamente que si te juzgas, comparas, regañas, obligas, etc.

El camino tántrico es un camino de Shakti, femenino, de la Diosa, venera no solo a la consciencia que se da cuenta de la vida, sino a la vida misma. Al movimiento, a las infinitas expresiones de vida encarnada dentro y fuera de uno mismo. Por eso, sus herramientas de despertar no solo incluyen meditaciones que refuerzan la capacidad de enfoque y de abstinencia de los hábitos mentales, sino que buscan liberar a la energía de sus represiones para que pueda volver a fluir libre, majestuosa y natural.

Tantra adora al cuerpo como templo o expresión material de la llama divina de la creación, adora a la tierra y a todos sus habitantes, adora al sol y a las montañas, adora al hombre y a la mujer, adora la naturaleza en general como la madre de todas las cosas. Adora el sexo como fuerza creativa y te muestra el camino para utilizar esta energía poderosa para que sea transformadora, creativa y extática en vez de indulgente, degenerativa, reprimida, adictiva y retorcida.

Esta es la razón por la que Osho, antes de iniciarnos en técnicas de pura contemplación, se dio cuenta de que estar quietos era una tortura y una lucha para nosotros, los occidentales que nos acercamos a recibir sus enseñanzas.

Primero nos dio herramientas, meditaciones activas, bioenergética, catarsis, etc. para liberar la energía atrapada en el cuerpo y en la psique, antes de poder dejarnos caer en la quietud del ser en silencio.

Cuando la energía fluye completa y libremente por todo el cuerpo, los sentimientos más básicos se refinan y se transforman en una completa vibración extática

Además, su propósito era el de que entendiéramos que meditar no significa retirarse de la vida para dedicarse a la contemplación, sino que la contemplación del Ser puede acontecer en cada acto cotidiano, en el compartir sexual, emocional, intimo, mientras cocinas o llevas a tus hijos al colegio… Es más, él insistía en que, si no llevamos la meditación, o sea la toma de amorosa consciencia a la forma en la que vivimos y conformamos nuestras familias y sociedades, nos degeneraríamos como raza sin haber alcanzado nuestro potencial.

 

En alguna ocasión, has dicho que el sexo, el amor y la muerte son tres cosas que solo suceden en el momento presente…

La meditación es un estado de trascendencia en el cual el yo se disuelve en la totalidad, el amor es un estado de expansión en el cual el yo se funde con el ser amado. La muerte es la fusión del individuo con la totalidad, si esto acontece en plena consciencia, decimos que el individuo se ha iluminado.

Durante el sexo, si no es un coito sin consciencia y sin amor, dos cuerpos se adentran en la vibración durante la unión sexual, como en una danza. Se pierden las fronteras de la individualidad y el dos se convierte en uno. Eso es trascendencia. Para entregarse a semejante fusión cada individuo ha de permitir la libre circulación de energía en su propio cuerpo. Esto requiere un estado de consciencia anclado en el ahora y una libertad de nudos y corazas.

Tienen en común, que nos lanzan a la experiencia de atemporalidad, nos obligan a rendirnos a algo más grande que nosotros, a salirnos de nosotros mismos, a extasiarnos, y nos empujan directamente a la experiencia existencial, sin mente, sin conceptos. A lo que los místicos llaman iluminación.

La meditación, las prácticas de mover y liberar la energía vital que nos provee el Tantra nos preparan para esa entrega, que finalmente es la entrega a la experiencia de vivir siendo conscientes del milagro de vivir y morir.

 

¿Hasta qué punto se puede considerar que el Tantra es una terapia, puesto que ayuda a hacer conscientes heridas pasadas y bloqueos energéticos en el cuerpo?

El Tantra no es una terapia en si, porque no va a analizar el pasado de los hombres y mujeres, ni se preocupa de mejorarlos o adaptarlos a un medio.

Tantra dice que todo ser nace perfecto en sí mismo, que su incomodidad reside en que se ha olvidado y desviado de su esencia natural para adaptarse a una mentira social y mental. Por esto, ha perdido su naturalidad y su confianza en sí mismo y en la fuerza que lo ha creado imperfecto. Esto se deriva en una serie de nudos físico-emocionales que han atrapado su espíritu enterrado bajo la constante vigilancia de unas creencias artificiales, una mente controladora, juzgona y parlanchina que no le deja reconocer que es pura consciencia amorosa eterna y atemporal encarnada.

El camino se camina con dos piernas, una se apoya en estar cada vez más presente en el cuerpo y en el momento en general, o sea en desarrollar la plena atención consciente; y la otra en el amor y la fluidez energética que acontece con cada emoción, que se libera al ser presenciada y sentida respetuosamente.

Por eso, aunque en la fase de limpieza pasamos por las emociones atrapadas y permitimos que los recuerdos dolorosos emerjan, se expresen y se liberen, la actitud no es la de cambiar o mejorar nada, sino simplemente la de darnos cuenta y sostenernos amorosamente en el campo de nuestra atención presente.

Al situarnos en el momento presente y dejarnos sentir lo que hay ahora, naturalmente emergerá todo lo que hemos reprimido y ocultado. Allá donde va la consciencia, la energía se empieza a liberar y tu cuerpo se despoja de las emociones y verdades no expresadas.

Reprimir la energía sexual, en vez de vivirla con consciencia y utilizar esa poderosa fuerza para crear más amor y creatividad, ha desembocado en todo tipo de abominaciones

 

Esto naturalmente genera un cambio, que ocurre más por la mirada de aceptación que recibimos de nosotros mismos y de la amorosa presencia que nos damos, que de tratar de mejorarnos o analizarnos.

De esa manera, el cuerpo y la psique se liberan paulatinamente y comenzamos a sentir una gozosa ligereza en el cuerpo y en el corazón que, a su vez, nos permite estar cada vez más presentes.

Todos los procesos terapéuticos deberían de apoyarse en la meditación. En estado de meditación, nos damos cuenta de que la esencia de lo que somos ya es perfecta. Siempre lo ha sido y siempre lo será.

 

Últimamente, se está haciendo muy “popular” el Trantra. ¿Por qué? ¿Qué ventajas e inconvenientes existe en esa “popularidad”?

El Tantra se está haciendo muy popular porque hay una necesidad en nuestra toma de consciencia como humanos físicos y espirituales de entender la totalidad de nuestra naturaleza. Tantra tiene un acercamiento holístico hacia la vida: no divide, no enseña el vivir una vida fragmentada. Todo es divino, el cuerpo, el corazón y el alma, lo físico y lo no físico, lo mundano y lo espiritual, el sexo y la superconsciencia…

Tantra no trabaja con conceptos, ni dogmas. Te enseña a crear la fluidez y el espacio suficiente para que todo el potencial energético que tienes como ser humano se manifieste. Te enseña a traer consciencia a tu cuerpo y a tu energía vital. A sentir lo divino en ti.

Tenemos necesidad de una visión holística, físico espiritual, que no condene al ser humano por ser quien es. Que no lo excluya como ser pecador de la existencia, que no lo ponga por debajo, ni por encima de ninguna autoridad que haga de puente con dios. Un camino interior de verdad, que venere la vida y la muerte por igual, el cuerpo y el alma, el sexo y el amor, al hombre y a la mujer, a la naturaleza mamífera y a la humana en nosotros. Una religiosidad que no condene, sino que acompañe a que tome consciencia de sí mismo, de su energía vital, de cómo funcionan sus sentimientos, su sexo, su avaricia, su rabia y de cómo transformarla en amor.

Tantra más que de doctrinas y preceptos o ideales a aspirar, provee de herramientas científicas y comprobadas para experimentarse, es una ciencia alquímica de transformación de la energía humana desde lo más instintivo hasta lo más exquisito y refinado, desde la pasión del deseo sexual hasta la fina y delicada vibración del amor y el eterno silencio de la consciencia.

Tenemos la necesidad de despojarnos de credos obsoletos y aplicar herramientas que, practicadas, funcionan para experimentarse gozoso y expandido en el día a día, con todo lo que trae.

Una de las razones también es que, a través de las técnicas y de la visión del Tantra, podemos traer una mirada consciente al sexo y al cuerpo. El sexo, al ser la energía que inicia la vida encarnada, bien canalizada también es creadora de vida dentro de cada uno de nosotros.

Todos estamos aquí porque un esperma se encontró con un óvulo. Y no cualquier esperma, como hasta ahora nos han enseñado, el que llegó primero… No es así. Solamente hay un esperma que tiene la llave para entrar en ese óvulo. Y los demás lo apoyan. Es un milagro que acontezca esto.

Este milagro de la vida ha sido contemplado como un acto pecaminoso, animal, exento de belleza y divinidad y, por lo tanto, ha sido despojado de su derecho de ser contemplado para aprender de él, para precisamente elevarlo de su función puramente biológica a su función espiritual, que es circular la energía dentro de uno mismo para despertar otros potenciales en nuestro sistema nervioso. Potenciales que nos elevan a lo humano, amor, compasión, éxtasis, Unidad…etc.

En cuanto más nos alejamos del tacto, más nos alejamos del cuerpo, de su amor, de su nutrición sensitiva, eso nos hace más mentales y menos intuitivos, nos hace menos compasivos y sensuales

Para evitar que el uso del sexo degenerara y la humanidad lo utilizara con indolencia y avaricia, se demonizó y reprimió, lo cual contribuyó a que precisamente haya pasado eso. Reprimir la energía sexual en vez de vivirla con consciencia y utilizar esa poderosa fuerza para crear más amor y creatividad, ha resultado en todo tipo de abominaciones. Se ha separado el hombre de la mujer, se conciben niños indeseados sin amor, todo el mundo anda obsesionado con el sexo, lo hemos mentalizado. Nuestros hijos aprenden de la pornografía, por lo cual, el cisma entre la sexualidad masculina indolente y recreativa y el anhelo del femenino de conducirla hacia el corazón, se ha hecho enorme, y pocas personas se nutren verdaderamente de la energía sexual y saben circularla.

Eso sucede porque tanto por la represión como por la indolencia sexual, y una cosa ha llevado a la otra, hay una falta de comprensión de la energía vital y se ha dividido el sexo del corazón y del espíritu. Esto degenera el espíritu de toda la humanidad, la vuelve avariciosa, lasciva, adormilada, mezquina y carente de amor. Eso se refleja en la política en la economía en las relaciones, en todo lo que hacemos y creamos.

El Tantra no juzga la naturaleza humana, pero la observa científicamente y aprende de ella. Por eso, al observar la naturaleza de la energía sexual, se dio cuenta de que si no la desperdicias con un polvo destinado a llevarte a una culminación rápida y la cultivas, dejas que crezca dentro de ti, la excitación primal se convierte en salud, en sentimiento, en alegría y fuerza, en amor, en compasión, en claridad e inteligencia a medida que va llenando todas tus glándulas.

También descubres cómo el hombre y la mujer son diferentes pero complementarios, que la polaridad masculina y femenina y su entendimiento es tan fundamental para la creación de un mundo pletórico y consciente, como lo es el polo positivo y negativo para que se encienda la luz. Todos vosotros habéis sentido esa fuerza creadora en vuestras gónadas, si sois hombres, y vuestro útero, si sois mujeres, y cómo se expande cuando llega al corazón.

Además, el Tantra venera y confía en tu cuerpo. El cuerpo es tu base, es tu terreno, es donde se asienta la consciencia para este experimento que es vivir. Hacerte enemigo o alienarte del cuerpo es destruirte, es hacerte esquizofrénico, es hacerte desgraciado. Es crear un infierno porque pierdes la raíz. Entonces, te crees que tu raíz es la mente y la mente son nubes que no tienen raíz. No tienen origen y no van a ningún sitio. Es más, la mayoría de tus pensamientos han sido programados precisamente por intereses religiosos, políticos y sociales, que solo existen porque tú todavía no te has responsabilizado de tu energía creadora de vida y de abundancia y no la sabes manejar, porque crees que otros la manejan mejor, ya que tú, tal y como eres, no eres un reflejo de lo divino, de la creación.

Así pues, el Tantra te apoya para entrar en tu cuerpo, sentirlo en vez de pensarlo, habitarlo plenamente y encarnarte en él, sentirlo como puente entre la realidad física y la espiritual. Si vas en contra de tu cuerpo vas en contra de ti, de Dios, te desenraizas y vagas por esta existencia separado, sin hogar, sin gozo real. Por eso, en Tantra decimos que el cuerpo es tu templo. No es en plan hedonista, no es la cultura del supercuerpo, sino un camino de profunda interiorización en el sentir y pulsar de esta materia viva e inteligente que representa todo el universo y su fuerza creadora.

La importancia de sentir nuestro cuerpo como vehículo para esta unidad no solo ha sido observada por los tántricos y otras corrientes místicas, sino que, en nuestro siglo, Wilhelm Reich y Alexander Lowen padres de la Bioenergética estudiaron y desarrollaron maneras de reconectar con la vibración intrínseca en un cuerpo vivo, que nos permite acceder a la sensación de unión con una fuerza superior a nosotros, la existencia, vida, Dios o como lo quieras llamar.

Así pues, en este momento de nuestra evolución, o nos enajenamos completamente del cuerpo o aprendemos a reverenciarlo, a escucharlo, a amarlo, a integrarlo, a estar dentro de él, a adentrarnos más y más, a darle las gracias. El cuerpo es el mayor de los misterios.

Al tomar consciencia de tu cuerpo, del milagro de existir en él y conocer la existencia a través de él, surge el amor por ti mismo y por la vida en general.

Reconocer el amor y estar en amor no te es dado desde el principio. Necesitas traer consciencia. Es un estado hacia el cual trabajamos con consciencia gradualmente y lo experimentamos gradualmente.

Es, por eso, que el Tantra ha despertado el interés. Aunque algunos se acercan por la fascinación de la promesa de satisfacción sexual al principio, este interés es muy comprensible ya que es una asignatura pendiente en la evolución de la consciencia humana.

 

En ocasiones, se ven anunciados talleres de Tantra que están basados en la sexualidad sin conciencia. Para alguien que no sabe nada de Tantra, ¿cómo puede identificar los talleres de Tantra real y los que no lo son?

El sexo, como hemos estado viendo, es la energía de ignición para la vida. Es poderosa, sobrecogedora, caliente, vehemente, imparable, se manifiesta en todo, nos hace sentir poderosos, exhilarantes o desesperados y anhelantes, se ha reprimido, disfrazado, exigido, mal usado, condenado, banalizado, etc. pero quedó pendiente de observación ecuánime y se ha convertido en sexualidad, que es el sexo transferido a la cabeza.

Uno de los patrones más profundamente enraizados, son los patrones sexuales. Por esta razón, el Tantra se ha puesto de moda proponiendo métodos para acceder al éxtasis a través de la sexualidad sagrada.

Nuestra sociedad está obsesionada con los genitales y con el sexo en general, porque estas partes del cuerpo y nuestra naturaleza sexual y sensual han sido reprimidas y etiquetadas con poca consciencia y sabiduría, generando una división que el ser humano todavía arrastra en su consciencia. Una división que es la raíz de la vergüenza, la falta de autoestima y de amor propio en muchas personas de muchas culturas.

Esto nos ha llevado a relacionarnos con nosotros mismos y nuestra naturaleza sexual de una forma inconsciente, reprimida o abusiva. En vez de verla como fuente de energía vital y creativa, que nos proporciona gozo, amor y éxtasis.

Pero aunque para el Tantra todo es sagrado y es de las únicas vías místicas que incluyen todos los aspectos de la naturaleza como sagrados, inclusive el sexo, este es solo la chispa de ignición para la vida, no es el elemento principal, al igual que la mecha no es el fuego. Pero tenemos tanta confusión y vergüenza y culpa y oscuridad sobre nuestra energía sexual, que el aspecto sexual del Tantra ha cobrado mucha importancia y es usado, al igual que la pornografía u otros campos, para atraer a personas apelando a su sana búsqueda de realización y entendimiento.

Buscamos liberarnos de la represión energética en nuestro cuerpo a través de la sexualidad y digo sexualidad (sexo transferido a la mente) no sexo, cuando en el camino del Tantra empezamos por aumentar la capacidad de estar presentes para tomar consciencia de cómo fluye nuestra energía vital por el cuerpo, de qué es lo que bloquea nuestro corazón y, para esto, se proveen prácticas de meditación pasiva y activa. Es un proceso profundo que requiere de dedicación y coraje, de profundidad y disponibilidad para romper todo lo que es falso en ti.

Tantra se basa en abrir el corazón, solo en profunda relajación, en profunda aceptación, cuando la mente se silencia, la consciencia se expande en amor infinito conoces Mahamudra, el orgasmo cósmico de unidad con todo. Esto es el propósito, si podemos nombrar alguno. En estos momentos de gracia, estamos conectados con la fuente de amor de nuestro propio corazón y del corazón del universo.

Si alguna vez entras en alguna clase donde te proponen liberarte sexualmente, desnudarte o taparte los ojos, así de primeras, apelando a que sueltes tus estrecheces o conflictos sexuales sin más, y no sientes una acogida amorosa y meditativa, una preparación de alguien que te guía a sentirte en el presente y a respetarte, ten por seguro que eso no es Tantra.

No sigas conceptos, ni ideales, el Tantra es una escucha profunda de la verdad de ti mismo, de ti misma, en este momento presente. No es indulgencia sexual o una búsqueda de excitación.

Como decía Nisargadatta cuando le preguntaron: ¿el sexo sin amor es pecado? Y él contestó: Todo sin amor es pecado.

 

Hace algunas décadas, el contacto y las caricias siempre tenían un fin: el sexo y el orgasmo. ¿Crees que al status quo establecido le da miedo que se extienda ese tacto consciente nutritivo y tan necesario para el ser humano?

La verdad es que fueron muy escasas la ocasiones en las cuales hemos recibido una caricia o hemos sido tocados sin que fuera a cambio de algo, con solo esta presencia cariñosa, libre de manipulación. Sentir esto es lo que más le gusta a nuestro cuerpo y más falta le hace.

El tacto es imprescindible para sentirse conectado a la vida y a los demás.

La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo, es como una gran antena, tanto de transmisión como de recepción. Por medio de ella nos vinculamos a nuestro entorno físico y etérico. Es nuestro primer medio de “contacto”, a nivel físico y corporal con el mundo exterior.

Para recobrar el tacto sin intención, lleno de amor y presencia, de ternura, gozo y compasión, es necesario estar en meditación. De esa forma, el tacto de la mano no es dirigido por el pensamiento, sino por el corazón, por el alma

 

Desde que somos tan solo un embrión, aún en ese medio líquido que nos vincula con la madre, el tacto es el primer sentido que se desarrolla y es una maravilla poder observar como el más mínimo estímulo táctil a ese embrión, promueve una reacción. ¡Es VIDA!

Si lo que somos, es lo divino, y esto es amor, el tacto, entonces, es un lenguaje tan básico y elemental que su importancia parece haberse olvidado y esto nos afecta en lo cotidiano.

No nos tocamos por la obsesión y el miedo de sentir la energía sexual. Esto, a su vez, ha promovido que nos volvamos más obsesivos con el sexo, porque en ese consentimiento sucede la oportunidad de entrar en ese contacto físico que tanto anhelamos para sentirnos amados y vinculados.

Cuando yo vivía en la comunidad, nos abrazábamos muchísimo, quedábamos para darnos masajes y hasta para respirar juntos sin miedo de que se mueva la energía sexual y también sin buscarla. Ese hecho para mí fue maravillosamente nutritivo porque había tanto contacto que el acto sexual, sucediera o no, era irrelevante.

Para muchos hombres y mujeres ser tocado, acariciado, abrazado produce profunda desazón, porque por un lado lo anhelan en lo más profundo de su alma y, por el otro lado, entra el pánico de ser abusados o tocados sin respeto y con intención, o temen al despertar de su propia energía que busca vehementemente la fusión, o tienen miedo de no poder decir que no.

Sea como fuera, nos hemos vuelto mendigos hambrientos de contacto, profundo consciente y verdadero. No permitimos que surja la hermandad de los cuerpos, la sensación de pertenencia a la humanidad. En cuanto más nos alejamos del tacto, más nos alejamos del cuerpo, de su amor, de su nutrición sensitiva, eso nos hace más mentales y menos intuitivos, nos hace menos compasivos y sensuales. Porque las ideas dividen, pero un abrazo une, porque las mentes se alejan mientras los cuerpos buscan fusión. Y repito esta fusión consciente, de un tacto presente que no tiene una agenda sexual escondida y que, si se mueve la energía sexual, se vive abiertamente con consciencia y alegría y consentimiento, o no si no se quiere dirigirla de esa manera.

El sexo como hemos visto, es una asignatura pendiente de vivir con consciencia y responsabilidad, nos es difícil relajarnos en el cuerpo y disfrutar de su sensualidad, de su inocencia, de su gozo natural sin que la mente entre a ensuciar y a darle nombre y a condenar.

Aumentando nuestra presencia a lo sensorial, el Tantra propone acceder a un sentido global y mucho más amplio de la sexualidad. El tacto es muy poderoso para abrir el cuerpo-corazón-mente a sensaciones más sutiles y expandirlas por todo el cuerpo físico y emocional.

Si pudiéramos recobrar el tacto sin intención, lleno de amor y presencia, de ternura, gozo y compasión. Para tocar de esa manera es necesario estar en meditación para que el tacto de la mano no sea dirigido por el pensamiento, sino por el corazón, por el alma.

Las intenciones mentales se sienten en nuestras manos y crean una barrera entre el ser del otro y el tuyo. Se crea un filtro que impide una intimidad verdadera porque las personalidades tienen una agenda escondida, expectativas y desilusiones pasadas se filtran por el tacto.

Fundamentalmente todos queremos ser tocados sin intención y con conciencia, de manera global, no especifica. Esto se revela profundamente sanador.

Pero imaginaros entrar en el trabajo, abrazar a tus compañeros, sentirlos y dejar que te sientan, que alguien te dé un masaje en los hombros mientras tecleas en el ordenador, que alguien te mire con cariño y te deje coger su mano cuando lo sientas triste o al revés, esto crea hermandad y esta hermandad es la base para superar conflictos y desavenencias. Entonces no estamos tan dispuestos a matar o condenar o dejar que alguien se muera de hambre en la calle. No tendríamos tanto miedo los unos de los otros, ni permitiríamos que se creara una sociedad de competitividad, de carencia. Estaríamos más cerca de la verdad humana, que tiene consciencia de que todos somos parte de una existencia y, por lo tanto, sabríamos que hay abundancia para todos, de recursos y de amor. Pero eso supuestamente solo está reservado para los miembros de una familia y nos hemos olvidado que somos una gran familia y vivimos en una gran tierra que es de todos.

 

¿Se puede decir que el fin último del Tantra es la expansión del amor?

Amor es una palabra muy usada y tiene muchas connotaciones. Tantra tiene como propósito que tú y yo y toda la humanidad desarrolle todo su potencial. El potencial de cada hombre y cada mujer es tomar consciencia de sí mismos y de la existencia que lo rodea como Unidad. Es conducirnos desde la percepción dual que nos hace vivirnos como entes separados de la totalidad a experimentarnos como parte de ella. Al igual que una ola que se separa del mar para olear individualmente sigue sabiendo que ella es el mar.

Esta toma de consciencia que no es intelectual, ni filosófica, es una realización, es una vivencia que ya conocemos y hemos vivido, por ejemplo, en el útero de nuestra madre, mientras nuestra forma individual se estaba construyendo, pero de manera inconsciente.

Tantra tiene como propósito que tú y yo y toda la humanidad desarrolle todo su potencial

A través de prácticas de meditación, de despojarnos de las creencias de identidad falsas a las que nos aferramos, de subir el nivel de energía vital y llenar todas nuestras glándulas, de vivir con la presencia enfocada en el presente, en vez de perdernos en una espiral mental de pensamientos obsoletos y repetitivos con los que nos identificamos. De repente sucede un ahá, un darse cuenta, una disolución que te expande y te saca de tu pequeña cáscara para darte cuenta de que tú eres el universo, de que dios es el ser en cada uno de nosotros. No eres hijo o hija de Dios–Diosa, eres la misma fuerza de creación que se ha disfrazado de ti para experimentarse a sí mismo. Para celebra su propia creación.

Esto, en palabras, suena muy inalcanzable, para la mente dual. Pero es lo más sencillo que existe. Es como si un pez se diera cuenta de que está nadando en el agua.

Tú ya eres eso que buscas, siempre lo has sido y cuando te das cuenta, o desgarras los velos de la mente que te impiden conocerte como pura bendición eterna, te conoces como amor y consciencia. No son dos cosas separadas. Tomar consciencia de que tú eres uno con todo y amarlo sucede simultáneamente.

Una vez esta realización o despertar ha acontecido en muchos individuos, sucede un salto cuántico de consciencia general y es imposible llevar una vida que nos separe por razas, género, cultura, religión, clase social, pobres y ricos, etc. Estas divisiones ya no son posibles para una humanidad despierta, porque todos le deseamos el bien a todos. Porque todos nos conocemos como Uno y empezaremos a vivir por un bien común. Jesús nos mandó amarnos los unos a los otros, amar al prójimo como a uno mismo, pero esto no puede ser un mandamiento, esto tiene que ser un despertar.

Hasta que no te conoces a ti mismo como amor y consciencia, todo esfuerzo por seguir dogmas es un esfuerzo vano que lleva a mentiras, como vemos en la manera que la avaricia y la codicia están dominando el mundo.

Cada uno de nosotros es la totalidad, está demostrado que cuando dos seres se conectan en silencio, sus corazones se armonizan y laten como uno. Toda la existencia lo sabe solo nos falta recordarlo, a cada uno de nosotros.

Así pues, en esencia, el amor es el anhelo profundo de entregarse, fundirse y conocerse como Unidad. La absoluta entrega y disolución del yo que se cree separado que nos lleva al éxtasis.

Reconocer el ser amor y estar en amor no te es dado desde el principio. Necesitas traer consciencia. Es un estado hacia el cual trabajamos gradualmente y lo experimentamos gradualmente.

A veces, nos es difícil encarnar el amor por aquellos bloqueos en el cuerpo y en la personalidad como experiencia de tratos inconscientes y dolorosos que se dan en nuestra sociedad. Y, al mismo tiempo, solo la toma de consciencia y consecuentemente el amor pueden soltar, liberar, crear espacio.

El amor es la fuerza que unifica las dos cualidades fundamentales de la vida: Energía y Consciencia. Femenino y masculino.

El amor mueve el universo, crea todo lo que existe. El amor es la cualidad suprema de Ello.

Sin amor, la existencia encarnada no tiene sentido, el amor es su principio y su fin.

Lo puedes llamar Dios o como quieras. Es el estado primordial, del cual acontece la creación, lo encontramos como esencia de nuestro ser. Lo sentimos como una fuerza, como un profundo sentir, que se manifiesta a través de todo.

Solo la toma de consciencia y consecuentemente el amor pueden soltar, liberar, crear espacio

Tenemos el libre albedrio, en cada momento, de tomar una elección: ¿Expandirse hacia el amor o contraerse hacia el miedo? Darse cuenta de ser amor y consciencia. La elección de amar es un acto creativo que se expresa a través de la voluntad, de la inteligencia, de la emoción, del cuerpo. Por lo tanto, el amor es la forma más elevada de inteligencia que podemos experimentar. Cuando amamos vemos con ojos frescos, sentimos con el corazón abierto.

De hecho, el Tantra comienza sus enseñanzas siempre partiendo de la apertura del corazón, está basado en la apertura del corazón y en la expansión de la consciencia. Cuando, en estado de meditación, el cuerpo entero se relaja profundamente, se expande. Esta expansión tiene lugar simultáneamente en el cuerpo, la mente y el corazón y unifica. Ya no hay división. En estos momentos de bendición, estamos conectados con la fuente de amor, esta fuente está en nosotros y está en el corazón del universo.

Por eso Tantra es un camino de cualidad femenina, el amor está encarnado en el femenino y es el femenino el que ha de conducir la energía vital hacia el corazón.

Es el verdadero cometido del femenino, no colaborar con las demandas de sexo, de productividad, de éxito, de poder etc. que impone un patriarcado político, económico y religioso y no colaborar con nada que no tenga la cualidad de consciencia y amor.

El femenino en hombres y mujeres ha de liberarse de emociones dolorosas contenidas, que no le dejan vibrar con la fina y delicada vibración del amor. Mientras el masculino en hombres y mujeres da un salto y, en vez de dejarse esclavizar por una mente construida por mandatos de carencia y avaricia, se da cuenta de que es pura consciencia respondiendo al momento presente con sabiduría y claridad. Esta es la verdadera liberación.

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